Vi un documental en Netflix que me voló la cabeza. Se trata de un adolescente en Hong Kong que, contra el mundo, defiende a su ciudad de la llegada del comunismo chino. El comunismo es un gigante que avanza sin piedad pero que fue sorprendido por un muchachito de 15 años, cristiano que movilizó a millones de personas para garantizar que las nuevas generaciones no sean absorbidas por un sistema que, según el, les roba su futuro. Joshua Wong fundó el movimiento “Escolarismo”, que evitó que el gobierno chino instaurara ideología comunista en colegios y universidades de su ciudad. Fue considerado por CNN como «el más prominente de los líderes de la protesta estudiantil de Hong Kong», y es hoy el actual Secretario del Partido Político liberal, «Demosistō, el cual fundó en 2016.

Inició su carrera a los 14 años, con toda la pasión que le da su cuerpo escuálido y poniéndose en riesgo muchas veces, pues las protestas que lidera, siempre con la premisa de Cero Violencia, lo han llevado a la cárcel e incluso ser víctima de numerosos ataques.

Preciso leí hoy que hace una semana fue apresado otra vez defendiendo aún sus ideales y dejado en libertad el lunes pasado, con miles de seguidores, a pesar de que ya han pasado 7 años desde la primera vez que alzó su voz en defensa de su pueblo.

Independientemente de la ideología política y el marco revolucionario que tiene esta historia, me llama poderosamente la atención que alguien pueda defender una causa con tantas ganas y convicción en favor de personas que están en riesgo de perder la libertad y de generaciones que merecen una vida digna, porque sí. Ni siquiera los conoce. Es más, muchos no han nacido. Joshua Wong tiene más fotografías, videos, artículos y notas en internet que cualquiera de sus contemporáneos. Obviamente tiene redes sociales y publica con coherencia su mensaje. Las utiliza como herramientas para comunicar sus ideas, objetivos, propósitos, protestas.  Tiene claro que los medios son su vehículo para llegar a más gente que se identifique con su causa. Dijo en una entrevista: «No busco ser famoso, pero si lo soy pues que valga la pena».

En la historia de la humanidad han habido muchos líderes con estas características: apasionado, comprometido, fuerte, luchador incansable, esforzado y a cambio de … nada? Bueno, no a cambio de nada, sino de todo! Cosas tan inmensamente grandes que alcanzan a beneficiar su vida y la de los demás. Entregarse hasta las últimas consecuencias, emprender sin miedo, avanzar pese a cualquier adversidad, esforzarse por se la mejor persona posible para beneficiarse a sí mismo y a muchos más, eso se llama Magnanimidad. No es simplemente tener una motivación grande por una buena causa. Es comprometer su propósito de vida llevando sus acciones hasta lo último con el fin de ser grande en beneficio de algo o alguien.

magnánimo por definición es tener grandeza de espíritu. Eso en realidad no nos dice mucho, pero entender su significado a partir de su contrario, nos da luces: lo contrario a la magnanimidad es ser pusilánime. El magnánimo busca lo que es mejor, excelente, trascendente. El pusilánime huye de las tareas arduas y nobles porque requieren demasiado esfuerzo y .. prefiere “evitar la fatiga”. Además es cobarde, lo acompaña el temor y le cuesta comprometerse. Pero no necesariamente lo hace a propósito o con mala intención. A menudo las personas no se atreven a hacer cosas grandes porque no tienen la suficiente autoconfianza o consideran son poca cosa, no tienen las habilidades o simplemente no saben que cuentas con capacidades mayores que los límites que se han impuesto.

Hoy la cualidad que nos rige en la vida y en el mundo corporativo es la ambición, suficiente para adquirir riqueza, bienes materiales, tranquilidad, paz interior, felicidad para la familia inmediata y pare de contar. No está mal, por supuesto querer más y buscar bienestar y comodidad, pero… y si cubrimos todo eso y MÁS? Más que alcancé para más personas, más causas nobles y justas.

Ser magnánimo es una cualidad que permite potenciar la Marca Personal de manera exponencial y es lo que nos hace ser verdaderamente inolvidables.

El orden correcto es ser magnánimo con nosotros mismos y exigirnos constantemente en la búsqueda de la excelencia como ser humano para luego tener la fuerza necesaria que permite extender los logros personales y convertirlos en logros colectivos.

Pero, cómo se logra eso? Como ser magnánimo con un corazón transparente?  La respuesta es siendo agradecidos. La vida misma es un regalo y todo lo que la comprende es ganancia, aún los capítulos difíciles, pues son los mejores maestros y formadores. Tenemos siempre la oportunidad de mejorar, de crecer y ser responsables con nosotros mismos. Si lo hacemos de manera consciente, estamos en el proceso de construcción de una Marca Personal solidaria y comprometida con su audiencia y teniendo la certeza que lo mejor siempre está adelante y que no caminamos solos.